miércoles, 18 de febrero de 2009

Desventajas perpetuas


Desventajas perpetuas

Después de toda la tinta usada para hablar de la crisis económica tenemos sin embargo otra mala noticia para usted; aún queda mucha más tinta por correr. Puede que en un comienzo el famoso “crash” vivido por nuestra economía con complejo de casino pareciera efímero. Pero el tiempo y los medios de comunicación prueban nuestros más temidos augurios: la crisis financiera no tiene atisbos de terminar a corto-plazo.

El panorama mundial es ciertamente desolador: bancos al borde de la quiebra, estados industrializados sumando una gran deuda pública, aumento de la inflación, aumento del paro, y el golpe más devastador de todos; la pérdida de confianza, motor del actual modelo económico.

El miedo a un caos global explica el intento tardío y desesperado de la administración Bush por salvar a sus amigos de Wall Street. Por fortuna para los responsables y afectados aunque para desgracia de bastantes niños estadounidenses, el dinero del rescate pudo llegar tras la cancelación de un fondo destinado a la ayuda de la cobertura sanitaria a la infancia. Pero no fue el único sacrificio de la peor gestión financiera vista por el capitalismo. Además, sacrificaron el liberalismo abanderado durante 50 años por una política económica claramente intervencionista, lo que no deja de revelar el carácter surrealista del asunto. El miedo a un nuevo crack como el del 29 aún pulula en el ambiente y mantiene entre las cuerdas al nuevo presidente Barack Obama.

Europa también ha sido testigo de la inyección de ingentes sumas de dinero para intentar aliviar un mercado completamente viral. Pero, ¿Qué sentido tiene bombear sangre a nuestras extremidades si nuestro corazón esta gravemente herido? Sin duda el peor engendro de la debacle financiera es una gran masa de población dispuesta a pagar los costes de las irresponsabilidades de algunos desvergonzados con título universitario. La operación de “salvotaje”* está siendo asumida sin ninguna crítica consistente al respecto. Suponemos es un riesgo que debemos correr si queremos mantener los actuales privilegios de la banca internacional, es decir, si queremos que otros estados paguen los colapsos de “nuestras” multinacionales, como vimos ya en América Latina en la década de los 90.

Sin embargo los bancos, en un intento desesperado por sanear sus cuentas, han olvidado lo realmente importante del rescate estatal: proporcionar liquidez en los mercados locales. Y por si fuera poco no olvidemos que los activos más seguros en estos momentos son los bonos del tesoro de los países industrializados. Esto implica que dicho flujo de capital será después invertido y recuperado junto a un suculento interés que, cosas del azar, también serán los mismos que acudieron en su salvación quienes paguen.

En América Latina la situación no parece ajena en absoluto. Estos países con economías emergentes permanecen en guardia ante futuros cataclismos bursátiles. No es para menos, teniendo en cuenta su precoz e iluso optimismo previo. Y es que en un mundo globalizado nada permanece indiferente al dólar. Y mucho menos las divisas de unos países que han ganado posiciones en una carrera claramente amañada y que tiene visos de otorgarles desventajas perpetuas.

Ante lo paradójico de la situación debemos resaltar que la pérdida de valor de las monedas nacionales es un envite que estos países deben encarar para ser competitivos en el mercado internacional.

Si bien otrora el presidente de Brasil Inacio Lula se congratulaba de no sufrir los efectos más severos de la crisis, ahora Cristina Kirchner da la contrarréplica animando a los argentinos a consumir más. Parece inevitable pensar que ha ignorado los datos que anuncian un considerable aumento del desempleo en un país de hecho con una gran tasa de mortalidad infantil por desnutrición. Y es que todo parece esperpéntico en este circo monetario. De principio a fin.

Tras la grave crisis económica que asoló México en el 95, el ritmo de crecimiento de los países latinoamericanos había aumentado progresivamente, hasta llegar a la recesión actual. Y es que no todo es negativo en la región, aún cuando se depende en gran medida de las exportaciones a EEUU.

Además, se cree que el número de reserva de divisas de estas economías les asegura una estabilidad relativa. Pese a todo, las desigualdades sociales en la zona son muy fuertes. También parecen contar con otro buen armazón, el de los movimientos sociales que reivindican una forma más igualitaria de reparto de la riqueza. La presión que estos ejercen en los gobiernos es importante y ahora vital para poder usar el cambio inminente en pro de una sociedad más justa. Esto parece indicar que se encuentran mejor preparados para las turbulencias.

En cualquier caso, la embestida de la recesión económica se manifestará de forma más contundente en países con economías rígidas, como Argentina o Venezuela (aunque el petróleo en el país bolivariano rebajará su negatividad), y sobretodo en México, donde dependen de una forma más inmediata de las exportaciones al norte. Otros como Perú o Chile, con cuentas públicas saneadas, están actuando de manera más eficaz.

Pero hay una alternativa que podría conseguir reanimar el debate a cerca del engranaje del sistema económico actual. Es un intento de alianza supranacional que de momento no ha prosperado aunque podría llegar a tomar cierta forma de seguir así el curso de los acontecimientos. Nos referimos al Banco del Sur. Esta alianza constituye un balance claro ante la situación de dependencia que los TLC con EEUU han provocado en Centro América.

En gran medida, el pinchazo de la burbuja (en este caso inmobiliaria) sólo deja de manifiesto la vulnerabilidad cada vez mayor de los estados ante un mercado internacional que no debemos dejar autorregularse, como diría John Maynard Keynes. Iniciativas supranacionales con el fin de una colaboración igualitaria y una democratización del capital son urgentes más que nunca. Aunque para ello debamos replantearnos cambiar nuestro nivel de vida. Los más de 500 millones de personas que viven con menos de 1$ al día** no interesan ni lo van a hacer nunca a los activadores de las economías actuales.

La esquizofrenia económica se hace patente a la hora de valorar los desastres de sus acciones: tarea ardua ya que las apuestas del casino han subido a cantidades desorbitadas. Se calcula que el mercado especulativo suma una cifra 6 veces superior a la riqueza real del planeta. Un repaso a otras crisis anteriores sólo revela la insostenibilidad del actual sistema económico. La esfera financiera vivió su auge como consecuencia del estancamiento de la economía real y la superproducción. Debemos ser fuertes en estos tiempos adversos y confiar en la razón para vencer a la locura. Quizá entonces dejemos de ver las desventajas perpetuas.

* Fusión entre los términos “Salvación” y “Sabotaje” termino acuñado por Eric Toussaint y Damien Millet.
** Datos del Banco Mundial.

Fuentes:

El pais, Prensa Latina, Mundo abierto, Casinocrash, Rebelion, Global Research, América Latina en Movimiento.