A pesar del calor de la tarde, inesperado en un país tan habitualmente frio como Holanda, y del gran atasco en carretera, una buena jarra de agua fría es suficiente para refrescar al invitado de honor del Festival de cine latinoamericano de Utrech, que esta edición se centra en el cine mexicano y en una retrospectiva a Luis Bunuel.
A Juan Luis Bunuel, hijo del cineasta nacionalizado mexicano en 1946, en ningún momento parece incomodarle el micrófono de la grabadora, a diferencia de su progenitor, al que no parecían gustarle demasiado las entrevistas, más bien al contrario y con toda naturalidad reconoce no saber con exactitud que le deparará el LAFF.
Se muestra sorprendido por la naturaleza del festival de cine en una ciudad como Utrech y sobre todo por la publicidad que pudo ver en el bagno; sin embargo, observa todo con curiosidad cinéfila encantado por su belleza y procurando no perder detalle con sus pequegnos ojos infantiles.
El LAFF presenta “Bunuel over Bunuel” una traducción holandesa del libro de los periodistas mexicanos José de la Colina y Tomás P. Turrent, que recoge anécdotas y vivencias de los rodajes y uno de los motivos por los que se ha llevado a cabo la retrospectiva del controvertido cineasta. Juan Luis rememora esos tiempos en México en el que los autores mantenían largas charlas con su padre, consiguiendo un clima de confidencialidad y fraternidad digna de un libro que recoge muchas de las vivencias más importantes de la cinematografía hispanoamericana.
“El libro fue escrito en unos 10 agnos. Los autores venían a casa y recogían anécdotas de sus diferentes películas. Les tomó su tiempo, nunca forzaron las historias, así consiguió hacerse de una manera dulce una cosa íntima de su trabajo que resultó muy interesante.” La manera en que los autores recopilaban la información para desvelar otra faceta del cine hizo que el director se olvidara de su fobia a las entrevistas. Su hijo confiesa que es una bonita manera de acercarse al cine desde otra perspectiva, desde una visión más humana. No en vano para su elaboración hizo falta un largo tiempo, cosa prescindible en este caso puesto que Juan Luis ya comienza a ejercitar su memoria.
Con la música latina que el camarero imprevisiblemente ha aumentado de volumen, nos remontamos a continuación a sus propios inicios como cineasta, dignos de mención debido a que fue con más ni menos que con Orson Welles y el rodaje de su “Quijote”.
Juan Luis resalta que fueron los idiomas los que le involucraron en un mundo que desconocía por completo hasta ese momento, a pesar de la importante figura que tenía tan cerca. Su bilingüismo heredado de sus progenitores, que le concedieron 2 idiomas tan importantes como castellano y francés, y su infancia en EEUU hicieron de él la figura perfecta para asistente, permitiendo una comunicación más fluida entre el equipo mexicano y el director en ese momento.
Posteriormente llegaría su primer viaje a Europa, cuando tan sólo contaba con 22 agnos, lo que supuso todo un cambio para alguien que vivió al otro lado del charco su infancia. Entonces apareció de por medio un viaje a Camboia y un elefante, elementos con clara predisposición a una aventura muy diferente a la ofrecida por los libros de literatura que le acompagnaron en sus estudios en EEUU. Finalmente en 1967 comenzó su propia carrera cinematográfica.
Hablamos de la etapa mexicana, la más desconocida del director y la que precisamente más importancia cobra en el LAFF, y actualmente, con todos los rodajes acumulados a sus espaldas, Juan Luis reconoce la admiración por esta etapa.
No obstante, era un crio cuando todo sucedió y él no recuerda más interés que el propio de un joven de 12 agnos “El trabajo de mi padre siempre lo consideramos como un asunto suyo, nosotros nunca vimos sus películas”. “
Juan Luis pide disculpas por no poder ahondar más en el conocimiento del trabajo de su padre durante aquella época, pero sí reconoce con abierta sinceridad, valorar mucho más la etapa mexicana con el paso del tiempo y su asimilación del trabajo en el cine: “A mí cada agno me gusta más la etapa mexicana porque eran películas de 2 y 3 semanas de duración, poco para el tiempo habitual empleado en los rodajes. El motivo es que detrás se encontraba un arduo trabajo de elaboración del guión. Mi padre podía estar de 6 meses a 1 agno trabajando en él”.
Ahondamos en la compleja personalidad del cineasta, reflejada en sus películas en la medida de lo posible, ya que Juan Luis resalta que en este período hay también películas comerciales que le permitían seguir trabajando en lo que realmente sabía hacer. Mantuvo su libertad formal dentro de unos requisitos comerciales, pero siempre apostó por ser fiel a sus creencias y por eso intentaba no glorificar al ejército, la policía o la iglesia. Intentaba contar historias sencillas que complacieran a todo el mundo pero con sus pequegnos mensajes que con el paso del tiempo voy descubriendo. Pero lo que realmente declara impresionarle es su capacidad para hacer parecer fácil algo que en cambio no lo es. Su padre aprendió bien la técnica y nunca descuidó el guión.
Fue en Francia cuando Serge Silberman le permitió total libertad en la elaboración de sus películas, pero esta es una etapa del cineasta mucho más conocida e indudablemente genial en otros muchos sentidos.
Sin duda, un interesante acercamiento al cine menos conocido de Bunuel, el que propone esta cuarta edición del LAFF en Utrech. Variado y sugestivo cartel. Únicamente falta ver el exponente de toda la charla, la personal película “El Ángel exterminador”, proyectada poco después de la ilustrativa charla. Juan Luis me pide atención en las primeras imágenes, y sus palabras no son para tomar a la ligera, aunque tampoco me atrevería a decir que van a misa, ya que su último mensaje para cerrar la entrevista es contundente: “Dios no existe”. Y quiénes somos los simples mortales para contradecir a los genios?
1 comentario:
que guay el hijo de buñuel.. con audio y foto!
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