martes, 19 de mayo de 2009

Pavel Giroud: “Lo mejor que tiene el cine latinoamericano es su pluralidad”


El joven director cubano sorprende con Omertá, una auténtica historia de cine negro al más puro estilo criollo.



Tras su laureada ópera prima “La edad de la peseta” que fue escasamente promocionada en Europa, Pavel se muestra contento por la invitación del LAFF, un festival pequeño que son los que realmente llevan el cine al pueblo.

Tras haber tenido la suerte de ver Omertá, el segundo trabajo de Pavel Giroud que retrata la mafia cubana de la década de los 60, he podido comprobar los efectos más positivos de esa pluralidad que el director resalta.

No es sólo porque haya conseguido aunar los estereotipos del cine negro con elementos del cine cubano y obtenido como resultado una mezcla novedosa y verosímil pero con carácter propio. También porque su interés, mantenido desde el principio de nuestra entrevista, es siempre hacia las víctimas. Éstas son su fuente principal de inspiración.

“Hacer cine es un lujo y a la vez una responsabilidad” dice este cinéfilo declarado que acabó de lleno en el mundo con el que soñaba. Hoy se sentaba delante de su ordenador en el interior del recinto que acoge el LAAF y confesaba su intención de ver una película. Resalta que el público es quién completa el proceso de creación, y eso se percibe en la manera de construir su historia, en su visión del cine.

Mafia a la cubana

Un estilo sencillo pero que a la vez permite al espectador madurar las ideas. Porque aunque Omertá, término siciliano usado para construir el film, pueda llevarnos a esperar ver sólo acción y disparos, no todo es lo que parece. El film retrata desde una mirada desconocida hasta entonces, la de los propios cubanos, el fin del narcotráfico con la llegada de la Revolución. La idea surgió a raíz del visionado de un viejo noticiero en el que se daba parte de una huelga del personal de algunos casinos. En el fondo, la historia es un gran drama, el de los que se sintieron fuera de una sociedad que había cambiado.

Paradójicamente, el rescatar temas del pasado puede que revele la involución de la sociedad, algo que Tomás Gutiérrez alea supo ver y a quien el director cubano califica de referente generacional.

Omertá se estrenó en el LAAF el lunes y la acogida fue buena, aunque la tardía hora hizo que no masiva. Algún osado comentó al director que esperaba ver más tiros. Pero a pesar de contar con una parte importante de acción, la historia se centra en el drama vivido por el personaje al que da vida Manuel Porto: un sesentón que durante toda su vida fue guardaespaldas de un capo y de repente se encuentra con que la Revolución termina con su forma de vida. Cuando parece que su situación es irremediable recibe la misión de recuperar oro escondido perteneciente al mafioso para el que trabajaba.

La vejez y la inocencia, la idiosincrasia cubana y el cine de la Mafia, acción, humor y drama... todos estos son los elementos con los que el segundo trabajo de Pavel Giroud está dispuesto a sorprendernos.

La juventud se abre camino

Pavel es joven, pero buen conocedor de lo que le ocupa, que es el cine. Confesó haber visto casi todas las películas en festivales al otro lado del charco. Afirma que la pluralidad en el cine latinoamericano es su mejor baza en un panorama saturado por la gran industria. Pero también es realista, y reconoce que hasta que Europa no deje de marcar las directrices los directores latinos verán en cierto sentido mermada su creatividad.

Su ópera prima “La edad de la peseta” no fue lo suficientemente promocionada tras su estreno en Toronto. Por eso se muestra pesimista en cuanto al futuro de Omerta. También descontento con la actitud tomada por los grandes festivales, y en cambio resalta la labor de otros más pequeños que cuentan con un programa variado y realmente acercan el cine al pueblo. Esa es su visión del LAAF en Utrech.

En cuanto a los jóvenes creadores como él, Pavel encuentra un momento crucial para que tomen la iniciativa con producciones independientes. El cineasta cree que el panorama en la isla es alentador ya que la ICAIC como Instituto de Cine, es consciente de que no puede controlarlo y que los trabajos independientes consiguen también buenos resultados. Se dispone, en definitiva, de una accesibilidad mayor a los medios.

Pavel está inmerso en una multitud de proyectos por realizar y esperemos que pueda llevarlos acabo y engrosar su por ahora buen formada filmografía. No es el único joven que tiene que enfrentarse el problema de la experiencia requerida. Pero quizá sí de los pocos que sabe que “lo peor de ser joven es no entender muy bien la importancia de ser viejo”.


Ver la versión en holandés

Escucha la entrevista con el director

viernes, 8 de mayo de 2009

Wereldhuis, una gran casa para inmigrantes


La ayuda a los inmigrantes en Ámsterdam se registra a cuenta gotas. Son las parroquias y los centros religiosos quienes en mayor medida se ocupan de asesorar y suministrar el groso de la información a esta minoría. Por eso, la existencia de un nuevo centro de atención a indocumentados es siempre una buena noticia.


En este caso, la diaconal protestante de Ámsterdam ha tomado la iniciativa en el impulso de un nuevo lugar dedicado a la ayuda de la gente sin papeles llamado Wereldhuis. Su principal objetivo es crear un aire de convivencia entre todos los que se encuentran en la misma situación, fomentando una conciencia de grupo más general que la relativa a las diferentes nacionalidades o etnias.

Así mismo, se pretende demostrar que la situación legal no se relaciona con la valía de la persona. De hecho, otra de las metas prioritarias es poder rescatar la potencialidad de las personas que se encuentran en esta situación, que en su mayoría se ven obligadas a abandonar su formación para adaptarse a la demanda de empleo en los países de acogida. De este modo, surge un empoderamiento de los migrantes que sienten como aún pueden seguir teniendo algo de control sobre sus propias vidas. De hecho, una de las peculiaridades a destacar de este centro es que entre sus múltiples servicios, cuenta con la guía y el liderazgo de sus propios miembros, de manera que el centro proporciona las instalaciones y los materiales pero el componente creativo y humano depende siempre de los migrantes asistentes.

Por supuesto, este centro también se dirige a los migrantes latinos y ahora ha centrado sus últimas actividades en concentrar su atención. Carmen Pérez, como coordinadora del área concerniente a Latino América, comenta que la necesidad de llegar a este colectivo es grande, aunque “la mayoría de los migrantes de habla hispana se encuentran en nuestro centro y en Casa Migrante”. El área legal, sanitaria y en definitiva las dificultades lingüísticas son obstáculos que en buena medida suponen el eje central de la ayuda a que Wereldhuis y otros centros de este tipo ofrecen a los latinos.

Además, para incentivar este apoyo, se ha iniciado la apertura de inscripción de un concurso literario que recoge la posibilidad de enviar trabajos en habla hispana. Con él se persigue un mayor alcance y participación, apelando a la creatividad de los migrantes, y la elaboración de un libro que recoja todo el material y sirva de estímulo para otras personas.

Reclamo político


Sus esfuerzos se centran hora en el simposio que preparan para el día 18 de junio, donde se busca reunir a un amplio espectro de políticos holandeses, con la intención de visibilizar el problema y desmentir algunos prejuicios instalados en la sociedad . La importancia de este acto radica en el amplio espectro de temas a tratar, todos relacionados con el fenómeno migratorio, y la necesidad acuciante de reconocer la problemática de este colectivo y su importante contribución social.

Otro de los aspectos interesantes de esta iniciativa es la relación que la diaconal protestante pretende forjar con la policía local. En primer lugar se le ha facilitado la información necesaria para garantizar la seguridad de los asistentes diarios al centro. Pero además, Carmen Pérez, coordinadora de Wereldhuis, nos confirma su intención de abrir un diálogo con los agentes que establezca las bases para un entendimiento más cercano.

Por otro lado, el centro de la diaconal protestante ofrece una serie de talleres desde el año pasado, dirigidos por los mismos indocumentados que se encuentran en posición de compartir conocimientos. De esta manera, un migrante colombiano se encarga del cuidado de la salud, proporcionando información y respuestas relativas a la vitalidad personal al resto de asistentes. La intención es apoyar iniciativas personales y no “ser una bolsa de trabajo” según Carmen.

Del mismo modo, el jueves las protagonistas son las mujeres, que cuentan dicho día con un espacio en el que poder compartir ideas, aprender y desarrollar nuevas actividades y en definitiva, conseguir un poder real de su situación.

Por último, desde Wereldhuis nos resaltan la buena relación mantenida desde el inicio con el otro gran centro de ayuda a los “sin papeles” en Ámsterdam, Casa Migrante. En concreto, la comunicación entre ambos es buena, y la colaboración surge espontáneamente con el fin de ofrecer a los indocumentados un buen servicio.


Para más información:

Wereldhuis en internet