viernes, 6 de marzo de 2009
Máscaras de ambición: el TLC que Europa persigue
No deja de ser irónico que la fecha escogida en Bruselas para las negociaciones de los TLC con Centro América sea época de Carnaval. La Comisión Europea enmascara sus ambiciones bajo nombres más amables como “Acuerdos de Asociación”. Pero tras el disfraz se oculta su intención de liberar los mercados y establecer zonas de libre comercio que se escapen a las reglas de la OMC.
Esta estratagema evidencia la escasa diferencia actual con la política exterior imperialista desarrollada por EEUU para con los países menos desarrollados. El pretexto utilizado es también el mismo: establecer una cooperación con dichos países. Sin embargo, se persigue en realidad una dominación de los mercados y de los recursos del Tercer Mundo, explotando su atraso tecnológico y su mano de obra barata.
FIAN, TNI y XminYorganizaron recientemente unas jornadas en Ámsterdam para dar a conocer los efectos que estos tratados conllevan en América Latina. Para ello, contaron con la presencia de destacados líderes hondureños que han estudiado a fondo el impacto que otros tratados anteriores de naturaleza similar han tenido en los DDHH en su país.
Las organizaciones sociales a ambos lados del Atlántico se han posicionado claramente en contra de estos acuerdos. No obstante, para la mayoría de la población europea pasa desapercibido que Bruselas prepara nuevos ajustes y avanza con sus políticas neoliberales.
Malos momentos para Europa
Tras el fracaso de acuerdo constitucional y bajo el contexto de crisis institucional y económica, la UE ha desarrollado nuevas directrices que dificultan en gran medida el desarrollo de los países más pobres. Esta nueva agenda es la más dura adoptada hasta el momento.
En octubre de 2006 la Comisión Europea lanzó su estrategia ‘Europa global: compitiendo en el mundo’. De acuerdo con la misma, los líderes europeos buscarán acuerdos bilaterales de libre comercio con importantes economías emergentes.
De esta forma se pretenden salvar dos obstáculos. Por un lado, los acuerdos entre dos partes suponen menos trabas a las negociaciones que los multilaterales. Fracasos anteriores como las estancadas negociaciones con Mercosur son buena muestra de ello.
Por otro lado, la búsqueda de una liberalización exacerbada que permita desmantelar impuestos y aranceles locales consecuentemente impedirá que los intereses nacionales de estas economías puedan interferir en el comercio.
Teniendo en cuenta la escasa repercusión que la firma de estos acuerdos tiene en el seno europeo se hace más que evidente la necesidad de una corriente crítica al respecto. Tampoco en el seno de los directamente implicados se observa aún una toma de posición firme, puesto que tampoco se han facilitado los instrumentos necesarios para crear una opinión pública al respecto.
Impacto real en A.L
Desde el establecimiento de la nueva estrategia, la UE ha iniciado negociaciones a una tremenda velocidad con diferentes bloques latinoamericanos como la región centroamericana o la Comunidad Andina de Naciones (CAN). También hubo un intento de acuerdo con Mercosur, pero el diálogo permanece en punto muerto desde hace tiempo.
Recientemente, el intento de acercamiento con la CAN ha sido sustituido por acuerdos bilaterales con los países que más se acercan a las políticas liberales. Es el caso de Colombia, donde los periodistas locales presumen se busca más un fin político que económico. Un intento del más que cuestionado presidente Álvaro Uribe para hacer un lavado de imagen internacional.
Independientemente de los motivos de cada país para apoyar o rechazar los tratados comerciales, se observan ya unas implicaciones comunes a este tipo de procesos en el continente americano.
En primera instancia, la dura agenda europea desarrollada en la región ha aumentado el peligro de escisión de los bloques supranacionales, aumentando en muchos casos las diferencias entre sus líderes. Las reuniones mantenidas con los ministros de Exteriores de Colombia y Perú suponen la ruptura del Acuerdo de Guayaquil, que ratificó la negociación bloque a bloque.
Pero la amenaza más contundente es la que se cierne sobre la situación de los DDHH en la zona. Multitud de libertades y logros sociales se verán menoscabados en diversas dimensiones: expropiación de tierras, inestabilidad y precariedad laboral, privatización de recursos naturales y servicios públicos...
Por último, el proceso de liberación de estos mercados supondrá seguro terribles consecuencias para la soberanía nacional de los gobiernos en A.L. La imposición europea en temas estratégicos relativos a inversiones, competencia, patentes o compras públicas chocará posiblemente con los intereses de los ciudadanos americanos.
La más angustiosa incertidumbre reina en este baile de máscaras. El bloque europeo, que siempre supuso una alternativa más amable en las relaciones internacionales, cambia de registro y fomenta la división de otras alianzas de igual naturaleza. Y por si fuera poco, el escenario de la debacle financiera sigue como telón de fondo mostrando el peligro de dejar a los mercados autorregularse. Parece que a la ambición le gusta llevar máscara.
Fuentes:
Diagonal, Ips, Plataforma 2015 y mas, FIAN
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Trabajo realizado para el proyecto La Ruta sobre los Objetivos del Milenio.
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